Artículo de mayo de la sección: “Sin TIC no soy n@d@”, de la Revista Digital del portal de Educación de Castilla y León
Como un elefante en una cacharrería. Así es nuestro paso por un navegador. Pensamos que no hemos hecho más que entrar en Google y buscar un par de cosas, pero en realidad ha sido como salir de un barrizal y meternos en un hospital: dejar huella es inevitable.
Lo primero que debemos conocer son todos los datos que se almacenan cada vez que accedemos a un navegador a través de Internet.
– Historial de exploración: almacena todas las páginas a las que vamos accediendo a través del navegador, almacenando también la fecha y hora de cuándo fueron visitadas. Ese historial se puede consultar desde el navegador filtrando por página o fecha.
– Historial de descargas: almacena todas las descargas realizadas, desde un pequeño archivo de texto a un gran archivo de vídeo o un programa.
– Archivos temporales de Internet: muchas veces no somos conscientes de la cantidad de archivos que se almacenan como temporales de Internet. Comenzando desde las imágenes cargadas en una página web visitada, a ese archivo que cuando vamos a descargarlo, en lugar de guardarlo en un directorio indicamos que únicamente lo queremos abrir. El archivo se descarga también, pero se almacena directamente como archivo temporal.
– Cookies: almacenan datos sobre las webs que visitamos como preferencias o información de inicio de sesión.
– Contraseñas: cada vez que entramos en una página web con acceso a través de usuario y contraseña nos pregunta si deseamos guardar esta información, salvo que indiquemos que no nos lo vuelva a preguntar. Esa información se guarda cifrada en todos los navegadores excepto en Mozilla Firefox, que se puede consultar libremente.
– Datos de formularios: seguramente alguna vez habremos comprobado al completar un formulario que nos sugiere datos que ya hemos introducido anteriormente en otros formularios. Es un modo de rellenar el formulario más rápidamente, pero a su vez un problema de seguridad. Por suerte la mayoría de las páginas no permiten que esto ocurra con números de tarjeta o códigos de seguridad… aunque no siempre es así.
Por suerte toda esta información puede ser borrada en cualquier momento. Podemos indicar a través de las opciones del navegador que borre todos estos datos o parte de ellos. También podemos indicarle que siempre que salgamos del navegador se eliminen los datos automáticamente, o que se mantengan un número determinado de días en nuestro equipo. Hay que tener en cuenta que cada navegador guara sus propios datos, y que borrar el historial en Internet Explorer no implica que se haya borrado también en Mozilla Firefox.
Es posible que creamos que el borrado de estas huellas de la navegación no es algo estrictamente necesario, especialmente en el caso de que trabajemos con un ordenador propio. Pero es una operación totalmente recomendable en caso de que naveguemos en equipos donde trabajen más personas además de nosotros, y casi podría decirse que obligatorio en locutorios, cibercafés y otros lugares donde desconozcamos quienes son las personas que hacen uso del equipo con el que estamos trabajando.
Sin embargo, ya dice el refrán que “más vale prevenir que curar”, y en lugar de borrar los datos podemos indicar que nunca se guarden. Es lo que se denomina “Navegación anónima”, y lo veremos en el próximo artículo. ¿Y tú, dejas huella?