Artículo de enero de 2015. “Sin TIC no soy n@d@”, Revista Digital del portal de Educación de Castilla y León
El disco duro se ha convertido en una de los regalos estrella de las navidades, y es que no es para menos: almacenamos miles de imágenes, música, vídeos, infinidad de documentos… y a veces el espacio de nuestro ordenador no es suficiente y necesitamos ampliarlo, o queremos disponer de los datos por duplicado, para evitar tirarnos de los pelos en caso de que nuestro ordenador falle.
Pero a la hora de elegir un disco duro nos asaltan las dudas: ¿en qué tengo que fijarme para escoger el que más se adapte a mis necesidades? ¿la tecnología que utiliza? ¿el tamaño? ¿la capacidad? ¿la velocidad? La respuesta a estas últimas preguntas es rotunda: sí, sí, sí y sí.
En primer lugar, podemos decir que hay dos tipos de tecnologías de discos duros: los discos duros convencionales (o HDD) y los discos de estado sólido (SSD). Los primeros tienen la particularidad de que almacenan la información en unos discos magnetizados que giran a gran velocidad, mientras que los discos de estado sólido no tienen partes móviles y almacenan la información en lo que se denomina memoria flash, al igual que hacen los pendrives y las tarjetas de memoria. Las diferencias son claras: los HDD son más frágiles a los movimientos, vibraciones o campos magnéticos, más ruidosos y más lentos. Por el contrario, los SSD son más seguros, silenciosos y muchísimo más rápidos.
La elección parece clara pero no lo es: los discos HDD tienen una relación de capacidad-precio muy por encima de la que tienen los SSD. Es decir, podemos comprar discos duros HDD con una gran capacidad por relativamente poco dinero a diferencia de lo que sucede con los SSD: en 2014 un HDD de 1 TB ronda los 50€ mientras que un SSD de 1 TB multiplica su precio por 10. ¡Hasta 500€ por la misma capacidad! De hecho, lo normal es encontrar discos duros HDD con capacidades de entre 500 GB y 4 TB mientras que los SSD para el usuario común están entre 60 y 240 GB.
Entonces, ¿por qué opción me decanto? La respuesta es muy sencilla teniendo en cuenta que la funcionalidad de un HDD y de un SSD, actualmente, es diferente: depende de lo que necesitemos elegiremos uno, otro o incluso los dos.
Un disco SSD, dada su baja capacidad y su alta velocidad, se suele utilizar para almacenar el sistema operativo y ciertas aplicaciones que requieren mucha transferencia de datos (editores de vídeo, aplicaciones CAD, etc.). Los discos HDD, por el contrario, suponen un buen soporte para almacenar datos de todo tipo: documentos, imágenes, vídeos, etc. Por tanto es interesante una combinación de ambos, siempre y cuando nuestro equipo nos lo permita.
Ahora ya no nos pueden dar gato por liebre en cuanto a tecnología se refiere. ¿Con cuál os quedáis?