Artículo de febrero de 2015. “Sin TIC no soy n@d@”, Revista Digital del portal de Educación de Castilla y León
Ya hemos comprado un disco SSD para almacenar nuestro sistema operativo y ahora queremos un almacenamiento externo para no perder las fotos de las vacaciones, los vídeos de las navidades o todos esos documentos que tanto tiempo nos llevó desarrollar. ¿Qué tengo que saber?
En primer lugar, es importante tener en cuenta el tamaño, y para ello hablamos de los discos de 3,5 pulgadas o de 2,5 pulgadas. Para ponernos en situación, los primeros tienen el tamaño de un libro de unas 600 páginas y los segundos serían como un smartphone de los grandes. Los discos de 3,5 pulgadas suelen estar dentro de los ordenadores de sobremesa o podemos utilizarlos externamente con una carcasa que nos permite conectarlos por USB a nuestro equipo. Este tipo de discos además necesitan estar enchufados para poder funcionar, por lo que es una de sus desventajas, además de su tamaño y peso. Los discos duros de 2,5 pulgadas son ideales para ser transportados y además no necesitan estar conectados a la corriente puesto que el propio cable USB los alimenta. La elección parece clara, pero hay que tener en cuenta el dinero: normalmente los discos más grandes son más baratos, por lo que hay que valorar el uso que vamos a darle antes de decidirnos a comprarlos.
En segundo lugar, hay que valorar la capacidad que necesitaremos para almacenar nuestros archivos. Esta capacidad normalmente se expresa en GB o TB (1TB equivale aproximadamente a 1000GB). Actualmente es habitual encontrar discos de entre 1 y 4 TB. Dependiendo de la cantidad y el tipo de la información que almacenemos nos será suficiente un disco de 500GB o quizá necesitaremos uno de 4TB.
En tercer lugar, hay una característica más de los discos de hoy en día: la interfaz, que expresa la velocidad a la que se transmiten los datos entre el disco y el ordenador. Podemos encontrarnos tres tipos: SATA I, SATA II y SATA III, cada cual el doble de rápido que el anterior. ¡Ojo! Nuestro ordenador tiene que funcionar a la misma velocidad que el disco, sino desaprovecharíamos las ventajas del que trabaja más rápido. Es como una cadena de montaje de una fábrica: de nada sirve que uno de los compañeros sea capaz de hacer 100 piezas por hora si el anterior, o el siguiente no es capaz de hacer más de 50.
Por último: las marcas, y para esto no hay una ley universal. Como en todo, hay marcas y modelos con más prestigio que otros, y para informarnos no hay mejor opción que leer críticas, consultar a los expertos de la tienda y en ocasiones, tener suerte. Aunque si tratamos nuestro disco con cuidado puede ser nuestro compañero de trabajo y aventuras muchos años.