Artículo de noviembre de la sección: “Sin TIC no soy n@d@”, de la Revista Digital del portal de Educación de Castilla y León
Autor: DROUET
Cuando el médico nos dice con naturalidad que “hemos cogido un virus” sabemos que no es más que cuestión de tiempo, un poco de reposo y algún que otro medicamento, y en una semanita estaremos como nuevos. Sin embargo, cuando es el técnico el que nos dice que nuestro ordenador “tiene un virus” nos echamos a temblar. Sabemos que en este caso no es el tiempo el que cura, y no estamos seguros de tener medicamentos apropiados para salvar a nuestro equipo. No hay que alarmarse: antes de llevarnos las manos a la cabeza pensemos que no está todo perdido, y que quizá no es un virus, sino un catarrillo pasajero.
Antes de nada, desmitifiquemos todo lo que a virus se refiere; tendemos a pensar que siempre que nuestro ordenador hace algo “raro” es síntoma de virus: como buenos médicos, analicemos esos síntomas, y como diagnóstico, no generalicemos:
- Un virus no es un nuevo amigo de Messenger, ni de Facebook; cualquier persona puede ser más dañina que un virus si sabe cómo hacerlo, pero por agregar a alguien a nuestras redes sociales no van a destruirse todos los datos de nuestro equipo.
- Un virus no entra en nuestro equipo por abrir un correo electrónico, sea de quien sea; otra cuestión sería si el correo incluyera un adjunto, o un enlace a una descarga, y lo ejecutáramos.
- Un virus no son abre ventanas emergentes (pop-up o pop-under), ni llena nuestro navegador de barras de herramientas y búsqueda: normalmente es el propio usuario el que, sin darse cuenta, al instalar algún programa o ciertos juegos permite que éstos instalen otras aplicaciones que, sin ser dañinas, no dejan de ser molestas para el usuario. Para eliminarlas no hay más que acceder a “Instalar/desinstalar programas” (en el caso de Windows) y desinstalarlas como si de cualquier otra aplicación se tratase.
- Un virus no destruye hardware: cualquier problema relacionado con éste, y sus consecuencias, no es síntoma de virus. Eso sí, un virus puede eliminar o modificar datos, o hacer que nuestro equipo no funcione como es debido.
- Una macro no tiene por qué ser un virus: no es más que un grupo de instrucciones que se ejecutan para hacer alguna acción, y podemos encontrarlas en programas como Microsoft Word, Excel… de ahí a que sean un virus es hablar demasiado alto.
- Que un archivo no se abra no quiere decir que tengamos un virus: puede ser que no estemos abriendo el archivo con el programa adecuado, o que se encuentre dañado.
- No todo lo que te digan que es un virus es un virus: en ocasiones circulan falsas cadenas o “hoaxes” que advierten de archivos malignos que puede contener nuestro equipo y que, ¡casualmente tenemos! Antes de creer a pies juntillas todo lo que nos dicen, pensemos que es posible que el archivo en cuestión sea parte de nuestro sistema, y que su destrucción puede traer consecuencias catastróficas.
- Y por supuesto: ¡que nuestro antivirus nos diga que no tenemos virus no quiere decir que sea cierto! Hasta los mejores médicos se equivocan…
Ahora que ya tenemos una pequeña idea de qué puede no ser un virus, debemos saber que, aunque de manera genérica hablemos de “virus” en informática, hay gran cantidad de agentes que pueden ser dañinos en nuestro sistema, y que se denominan “malware“. ¿O es que todas las enfermedades que padecemos son de tipo viral? ¿qué pasa con las enfermedades bacterianas o parasitarias? ¿no tienen derecho a tener su momento de gloria? Pues veamos cuáles son los tipos de enfermedades que puede sufrir nuestro equipo… en el próximo artículo.
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