Los que me conocen saben que soy bastante friki de la productividad, de los sistemas de gestión de tareas, y últimamente también de los sistemas de gestión del conocimiento y del aprendizaje, especialmente aplicados a docentes, al aula y a los centros educativos.
Pero hoy solo vengo a hablar de GTD.
¿Y por qué hoy? Pues porque tenía pendiente de escribir esta entrada y alguna vez tenía que ser el día, ¿no? Pues eso.
GTD es el acrónimo de “Getting Things Done”, o “hacer lo que hay que hacer”, un término acuñado por el autor del libro del mismo nombre, David Allen, que ha diseñado un sistema que permite a quien lo usa tener un lugar en el que depositar todo aquello que se le pasa por la cabeza de una manera organizada y, sobre todo, facilita la elección de aquello que hay que hacer en el momento exacto en el que puede hacerlo.
A diferencia de la mayoría de los trabajos tradicionales (imagina una conservera de anchoas en Bermeo), en los que se sabe exactamente en qué consiste la tarea, cuánto se va a tardar en hacerla y cuándo darla por terminada, los trabajadores del conocimiento (lo mismo da diseñador gráfico, que arquitecta, que docente) trabajamos con tareas que no son fijas, que van cambiando, dependen de multitud de decisiones y no son proporcionales al tiempo disponible.
Por eso GTD es ideal para los que tenemos más tareas que tiempo para hacerlas, trabajamos en trabajos impredecibles y con intervalos de tiempo poco estructurados. Y no, no penséis en las clases en sí: pensad en el resto del tiempo en el que tenéis que hacer memorias, corregir exámenes, enviar correos electrónicos… y en vuestra vida personal; porque GTD no solo se aplica al trabajo. Debe formar parte de todo lo que hacemos en nuestro día a día.
En definitiva, GTD nos permite tener la mente despejada de cosas que nos rondan en la cabeza, saber qué hacer en cada momento y qué no hemos hecho, y tener todo bajo control.
Y para ello, debemos seguir cinco pasos fundamentales: capturar, aclarar, organizar, reflexionar y ejecutar.
Podría tratar de explicar el sistema al completo, pero no habría blog para tanta información. Y creo que no hay mejor referencia, además del libro de David Allen (Getting Things Done), que el de José Miguel Bolívar (Productividad personal: Aprende a liberarte del estrés con GTD), de quien os hablaré en seguida, y su blog Óptima Infinito. Así que os animo a que le echéis un ojo si os interesa el tema.
En realidad, GTD y yo hemos llevado una relación tormentosa en los últimos 4 años. Como una pareja de adolescentes nos hemos querido y dejado muchas veces. Pero siempre volvíamos a retomar la relación. Y es que, como dicen los que están metidos en este mundillo: “Tenemos que volver a subir a la tabla cuando caemos al agua“.
A comienzos de año, decidí poner toda la carne en el asador e hice la formación oficial de GTD ofrecida por José Miguel, y fue un antes y un después: entendí de verdad el funcionamiento, me di cuenta de todas las veces que había metido la pata por no entender el sistema, y mágicamente todo volvió a funcionar de nuevo.
(Confesión: Eso sí, llegó el verano y otra vez me caí de la tabla).
Un buen día, la gran María Sajim preguntó en Sin Oficina, el coworking online del que formo parte, que si alguien se animaba a montar una sesión de GTD. Y allí fui yo de cabeza.
Con Bosco Soler, artífice de esta maravillosa comunidad, al otro lado de la webcam y esta presentación en Canva, expliqué y aclaré a todos los asistentes (en directo y en diferido) en qué consistía el método y por qué me gustaba tanto.
Y aquí os la dejo, porque sois varios los que me habéis preguntado por ella, por si queráis echarle un ojo. Si tenéis curiosidad por alguna de las cosas que menciono en el post, dejadme un mensaje desde la sección de contacto y os responderé encantada.
GTD – Sin Oficina, de Laura Folgado GalacheY si lo que queréis es ver esta y otro montón de sesiones de formación, recorrer itinerarios formativos, y formar parte de una comunidad de gente increíble, entonces hablad con Bosco y María en SinOficina.com. No hay mejores anfitriones que ellos 😉
¿Y tú, has probado GTD? ¿O prefieres otro sistema? ¡Soy toda oídos ojos!